Así fue el viaje personal de la cocreadora de AFT-R Barcelona para emprender en el mundo de la moda y disfrutar de la perspectiva que puede aportar un par de plataformas.
por Alejandra Conesa

Tenía 27 años y me enamoré por primera vez de una mujer. ¿Cómo me podía pasar “eso” a mí? A pesar de vivir el sentimiento de amor más puro que había experimentado hasta aquel entonces, toda una vida de privilegio hetero-normativo sacó una “autohomofobia” que desconocía tener muy dentro de mí. Miedo a que “los míos” me miraran diferente. Miradas incómodas de la señora con el jersey beige de punto de la mesa de al lado mientras acariciaba a la que entonces era mi pareja. Algún que otro insulto por darme un beso en frente del Parque de la Ciudadela y mi abuela buscándome “el chico perfecto” en cada fiesta de guardar.
Tiempo después, soltera de nuevo y en plena crisis de identidad, me reencuentro en una fiesta de ambiente con un buen amigo que conocí en mi primera adolescencia:
– Yo: ¿Qué haces aquí?
– Éric: ¡Qué haces TÚ, aquí!
Nos reímos e intercambiamos varios sorbos de cerveza durante unos cuantos meses.
Él estudió en Parsons. Tras trabajar en varias marcas de moda internacionales, quería hacer su propio proyecto de calzado y compartir con el mundo la seguridad que unas plataformas de Gucci le habían aportado. Me había ayudado a poner en orden mis conflictos internos y se lo quise agradecer echándole un cable creando el universo perfecto para sus diseños. Fueron meses de salir de la agencia de comunicación a las ocho de la noche, crear moodboards, y múltiples brainstormings mientras nos desnudábamos emocionalmente entre trozo y trozo de pizza del súper hasta las tantas de la noche. Así nació AFT-R Barcelona: una marca de plataformas genderless para todo aquel que se atreva a salir de la norma. AFT-R es la síntesis de la metamorfosis personal que vivimos Éric y yo en nuestra segunda adolescencia.


Como cualquier dúo que tiene un proyecto de vida en común, sellamos nuestro pacto de socios convirtiéndonos en “pareja de deshecho”. En octubre de 2019, dimos a luz. Llevamos 8 meses haciendo malabares para conciliar, sacando adelante a nuestro proyecto con todos los contras que conlleva un producto que se sale de los estándares comerciales. Intentamos conciliar nuestro sistema de moda ideal, en el que no existen las colecciones, sino diseñadores que ofrecen nuevos productos cuando realmente hay una propuesta interesante e innovadora para el consumidor. Conciliar lo orgullosos que estamos de que nuestrxs #aftrsouls -así llamamos a nuestros clientes y seguidores de la marca-, respondan a perfiles muy diversos con la crítica constante de que una plataforma de nueve centímetros del número 45 no es un “producto solo para travesties”.
En nuestro universo se celebra la diferencia y cada individuo, porque independientemente de su género, etnia, orientación sexual, edad o condición física tiene derecho a una vida digna.
Emprender es lo que tiene: unas semanas Eric -que es el diseñador- repasa notas de prensa y yo, la de comunicación, me sumerjo en el mundo de las pieles metalizadas. Mientras, ambos ponemos los 6 sentidos que no tenemos escuchando las masterclass de contabilidad de nuestro gestor. Cada semana hay muchas decisiones que tomar, todas muy importantes. A la par, el post de Instagram más trabajado sólo tiene 70 likes y el que no acabas de ver claro, 254. Cualquier conversación mientras esperas a que llegue el ferrocarril es susceptible de ser “AFT-Rizable” en tu cerebro, que ya solo piensa en zapatos de plataforma. Los resultados tardan en llegar, implican mucho sacrificio, pero eres muy feliz. El día que te replanteas por qué decidisteis meteros en este embolado, conoces a Gaelle, una camarera de un bar del Raval. Te dice que le flipan tus zapatos, pero que su pierna ortopédica le impide subirse a cualquier plataforma. Se prueba las AFT-R’s y puede caminar sobre ellas. Más tarde, llega una pandemia mundial que lo para todo. Al llegar a la fase 3, seis mujeres transexuales se empoderan sobre nuestras plataformas Alex Pose y reúnen el coraje para decirle a la sociedad que “están hartas” y que sólo quieren “vivir en paz sin ser juzgadas por su condición sexual”. Entonces, AFT-R Barcelona es lo mejor que he hecho en mi vida y gracias a ello, SOMOS.
